sonria, mañana puede ser peor

jueves, 26 de agosto de 2010

EL ULTIMO DIA DEL CARTERO

Después de 35 años de servicio repartiendo la correspondencia a diario en el mismo barrio, llegó el último día de trabajo para Juan, el cartero, antes de su jubilación.

Comenzó su último recorrido por la primera casa de siempre, y salió la
familia entera a su encuentro, recibiéndolo con aplausos y felicitaciones.

En la segunda casa le regalaron una caja de puros con dedicatoria.

La familia de la tercera dirección le obsequió con un completísimo
conjunto de utensilios de pesca, su afición favorita.

Y así siguió su reparto, despidiéndose de tantas y tantas personas
conocidas que le estimaban y con las que había compartido tantas vivencias de todo tipo, hasta que llegó a la última casa de la manzana donde lo esperaba María, la joven y hermosísima dueña, con un camisón negro transparente.

Ella le cogió de la mano, lo metió dentro, cerró la puerta, subió con él lentamente las escaleras que llevaban a su dormitorio y lo sentó en la cama. Con música de fondo de Barry White y Quincy Jones, le obsequió con un sensual streptease y luego le hizo el amor apasionada y desenfrenadamente.

Después de las dos mejores horas de sexo que Juan había experimentado jamás, bajaron las escaleras dirigiéndose a la cocina, donde ella le preparó un exquisito desayuno con tostadas, fruta, bollería y café.

Cuando Juan terminó de comer y cogió la taza de café, vio que bajo esta había un billete de 10 euros:

JUAN: "No tengo palabras para describir lo maravilloso que ha sido todo, pero... ¿para qué son los 10 euros?"

MARIA: "Bueno, es que anoche le comenté a mi marido que hoy sería tu último día y que debíamos hacer algo especial para ti, y mi marido dijo: "¡Dale 10 euros y que le follen!"... El desayuno ha sido idea mía".

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