Desea implacablemente.
Llora desconsoladamente.
Anhela en el más hondo sufrir.
Y hace de aquello deseado.
La más grande de las razones.
Como sí de planeta orbitando se tratase.
Gira también él entorno a su sol.
Reconoce la locura de su cordura.
En la desesperación de una agonía infinita.
Mas no hay remedio alguno para su pesar.
Mas cuando es dueño y posee su sol.
Mas cuando es él el propio sol.
Que hace orbitar todo lo anhelado.
Pierde el anhelo en su mayor olvido.
Olvida el anhelo en su mayor pérdida.
Ya no sufre en su más hondo sufrir.
Ya no llora desconsoladamente.
Ya no desea, todo lo posee.
Y en una rafaga funesta se da cuenta.
Ha muerto él, ha muerto el amor.
----luis miguel del bahia.----
No hay comentarios:
Publicar un comentario