Regresa el conde de las cruzadas, y manda reunir a todos sus sirvientes. Una vez reunidos, les dice:
-Antes de irme a las cruzadas mandé que le pusieran a mi esposa, la condesa, un cinturón de castidad con guillotina. Ahora veremos si me fueron fieles ¡Abajo los pantalones!
Todos los sirvientes tienen el gusanito rebanado... menos uno.
El conde lo llama:
-Ven acá, mi fiel Bertoldo, y dile unas palabras a este montón de desvergonzados...
-¡Ggg g ggggg gg....!
¡Era el profesor de lengua de la princesa!!
ResponderEliminarUn besote Montse!
Debia ser eso jajaja el profesor de lenguas muertas
ResponderEliminarUn besote wapo
Como dijo Cela, donde tengas la olla, no metas la... nariz ... ni la lengua.
ResponderEliminarUn beso.
Yo creo que al conde lo que mejor hacia era divorciarse de esa condesa tan salida que tiene...
ResponderEliminarBesos
Eso esta comprobado Jose Antonio, pero la tentación es muy mala jajaja. Un besote
ResponderEliminarJose Manuel no le eches la culpa a la pobre dama. Un beso
PUES SI QUE SE DEBIÓ DE ALEGRAR LA CONDESA CUANDO SU QUERIDO MARIDO SE FUE A LAS CRUZADAS, AHORA FALTA SABER COMO TRAIA LA...OLLA ÉL.
ResponderEliminarLa olla ya la tenia caliente la noble condesa jajaja. Besos
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